La Ruta de los Seismiles, pura naturaleza en Catamarca

La Ruta de los Seismiles, pura naturaleza en Catamarca

Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)

Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)

Los rayos solares acarician con fuerza la cadena montañosa y le dan una tonalidad aún más distinguida a la extensa formación rocosa que nuclea todos los colores imaginables en la paleta de la naturaleza. La Ruta de los Seismiles, en la provincia de Catamarca, es una maravilla visual que, increíblemente, no abunda en los catálogos de las agencias de turismo, pero que es una auténtica belleza digna de ser visitada. 

El cartel que indica el comienzo de la Ruta de los Seismiles, donde viajeros -especialmente clubes de motoqueros- dejaron pegadas sus calcomanías en la señal.

Ese sector del territorio argentino debe su nombre a la veintena de volcanes y cerros que superan los 6000 metros de altura. Desde el Ojos del Nevado, con 6893 metros, el volcán más alto del planeta, incluyendo otras distinguidas torres de roca y mineral como Monte Pissis (6795 metros), Tres Cruces (6749 metros), Incahuasi (6638 metros), El Muerto (6470) y Barrancas Blancas (6119 metros) como cumbres más altas. 

El monte Pissis, volcán inactivo, coronado por una capa de nieve. Tiene una altura de 6795 metros sobre el nivel del mar y es el tercer volcán más alto del hemisferio sur.

El recorrido se hace por la ruta 60, arrancando desde la ciudad de Fiambalá y llegando hasta Paso San Francisco, en el límite con Chile, por 200 kilómetros de camino asfaltado. Desde allí es posible admirar a la distancia la elegancia de los volcanes y montañas, salpicando colores verdes, marrones, grises, rojos y amarillos en diversas tonalidades, y vegetación, que salta del verde tupido a aislados arbustos achaparrados, por la precordillera y la cordillera de los Andes. 

Un burro sociable y pedigüeño en la Ruta de los Seismiles

También es posible visualizar fauna autóctona: zorros, vicuñas, ñandúes, con mucha suerte algún puma. Elevando la vista, también cóndores y pequeñas aves típicas de la zona. Pero existe un animal muy particular: el burro Vicente, que suele acercarse a los automóviles, a la altura de Cortaderas –donde se encuentra el único hotel y restaurante-confitería de la ruta– para pedir alimentación. 

Vicente, el simpático burro que intercepta el paso de los vehículos. cobrando como un particular peaje algún alimento.

Saliendo del asfalto, a bordo de camionetas 4×4 conducidas por expertos guías, se entra a un sector fantástico. Desafiando la altura y el frío, en cualquier época del año, se accede a la zona de los volcanes y cerros y con espectaculares lagunas, como el balcón de Pissis y las lagunas verde y azul, con el agua de esos colores. Además, las vistas panorámicas son increíbles. 

La laguna Verde, en el balcón de Pissis, nombrado así en homenaje al geólogo francés Pierre Pisscis, quien realizó estudios y mediciones en la zona.

De octubre a abril, por razones climáticas, es la época recomendada para realizar el itinerario. La amplitud térmica es grande durante todo el año y, a medida que se asciende, el termómetro va empujando su línea de mercurio hacia abajo y los abrigos se van sumando al cuerpo. La altura también se siente, en la cabeza y en los pulmones, por eso es recomendable una consulta médica previa.

Vista de las elevaciones ubicadas a lo largo del recorrido de la Ruta de los Seismiles.

Paraíso de escaladores 

No sólo turistas enamorados de la naturaleza visitan este camino, tierra originariamente habitada por diaguitas y luego incas, sino que también son muchos los montañistas y escaladores que encuentran en los picos catamarqueños un hermoso, y exigente, sitio para desarrollar su espíritu aventurero. A lo largo del camino hay seis modestos, aunque cómodos refugios, para descanso, protección del frío y hasta equipados con red de wifi, para tomarse un respiro. 

Tinogasta Fiambalá, dos pintorescas y amables ciudades de Catamarca, son los lugares donde el viajante consigue hospedaje y atractivos regionales a la hora del descanso en la imperdible excursión a la Ruta de los Seismiles, un lugar mágico digno de ser conocido. 

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