«Agujeros»: no hay zurcido que repare la ausencia

«Agujeros»: no hay zurcido que repare la ausencia

Por Mirtha Caré (eme.care@elcafediariook.com)

Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)

El sábado 15 de marzo, en la librería La Libre, se presentó Agujeros (Esa luna tiene agua), la primera novela publicada del psicólogo y escritor argentino Sebastián Grendas. El evento contó con la participación del escritor Luis Mey, el psicoanalista Julio Moscón, la editora María Staudenmann y una cálida y numerosa audiencia.

Acerca del libro

Alejo, el protagonista de esta historia, tiene quince años y elige no morir. Estuvo a punto de saltar, pero se detuvo. ¿Y ahora qué? ¿Llega la vida después de esa decisión o sólo se prolongan el abandono de su madre, la violencia de su padre y la vergüenza?

Su único anclaje: la imagen de su vecina tomando sol y una escopeta de madera que construyó en su infancia. Al final, todo lo que tiene son agujeros. ¿Se puede seguir adelante cuando nada parece sostenernos?

Luis Mey, el autor de Agujeros Sebastián Grendas y Julio Moscón.

Dice la editora

«En esta novela, Sebastián Grendas, psicoanalista de profesión, ahonda en la salud mental de un adolescente omitido. Y a través de sus silencios, evasiones y fantasías, descubre la profundidad del agujero máximo».

María Staudenmann y Sebastián Grendas, editora y escritor de la novela que se presentó en La Libre.

Rumbo al evento

Sobre la calle Chacabuco al 900, en el pintoresco barrio porteño de San Telmo y a pocos pasos del histórico café bar El Federal, se encuentra La Libre, una cooperativa y librería independiente. Rodeada de galerías, espacios de arte y murales callejeros, ofrece un cálido espacio donde se realizan presentaciones de libros, talleres y otros eventos culturales.

Hacia allí nos dirigimos la tarde del 15 de marzo, un sábado primaveral que invitaba a celebrar. En ese escenario se presentó Agujeros, de Sebastián Grendas, novela publicada por la editorial Esa luna tiene agua. Luego de una breve introducción de María Staudenmann, directora de la editorial, la conversación con el público estuvo a cargo del escritor Luis Mey y el psicoanalista Julio Moscón.

La audiencia, numerosa y diversa, reunió a familiares, amigos, lectores, escritores de distintas trayectorias y gestores culturales, generando el ambiente ideal para una charla distendida y cargada de matices.

En esta nota, El Café Diario® dialoga con el autor sobre el ritmo de su prosa, marcada por la tensión, la violencia y el abandono.

Presentación de la novela Agujeros, editada por Esa luna tiene agua, en la librería independiente y cooperativa La Libre.

Expedición al pensamiento del autor de Agujeros

¿Qué autores/as o lecturas creés que pueden haber influido en tu escritura?

Me interesa mucho el ritmo de la prosa, y que sea el ritmo mismo el que vaya dosificando la información necesaria para contar una historia. Por otro lado, trato de ser lo más escueto posible a la hora de escribir.

 Así que, si tengo que hacer un injusto recorte de autores que admiro en cuanto al ritmo de su escritura, diría Hemingway y Saer y, en cuanto a recorrer la trama de una manera breve y ajustada, diría Kafka, Borges y Claire Keggan, que me parece una escritora extraordinaria.

Trabajaste en taller, con el escritor Luis Mey, la escritura de esta novela. ¿Cómo fue ese proceso?

Luis es un lector riguroso y muy atento a las necesidades de la construcción de la historia. Sin ningún tipo de concepción a priori de lo que eso significa, sino al calor de la escritura misma, trabajamos en esa línea, ya sea en ampliaciones o recortes, para que la novela no deje en ningún momento de bordear esa zona de tensión permanente, entre lo que les sucede a los personajes, cómo cada uno de ellos intenta hacer algo con eso y la violencia inmanente que circula en la vida del padre y el hijo.

¿Cómo manejás la tensión entre literatura y psicoanálisis al escribir ficción? ¿Intentás distanciarte o dejás que el psicoanálisis se filtre?

Intento que el psicoanálisis, como cualquier otra teoría, no influya a la hora de escribir. Creo que hay que estar atento a los personajes y a la historia sin ningún tipo de preconcepción o elucubración teórica de lo que podrían ser sus respuestas o reacciones. Cuando eso se filtra la narración pierde mucha de su potencia y eso es algo muy notorio. Y si un texto pierde potencia, aburre.

Luis Mey y Sebastián Grendas.

De duelos, silencios y Agujeros


El duelo y el silencio son temas centrales en la novela. ¿Cómo surgió la idea de abordarlos?

Podría decirte que no fue un cálculo, sólo tenía una idea con respecto a Alejo y era que, al momento de saltar del techo de su habitación, iba a detenerse y volver a su cama. Después fueron apareciendo escenas que tenían que ver exactamente con eso que mencionás: duelos y silencios ininterrumpidos y las elucubraciones de cada uno de ellos con respecto a lo que no podían decir. Creo que, más que una idea, fue una condición misma de la historia lo que me llevó a abordarlos.

Alejo interrumpe su intento de suicidio. ¿Cómo pensaste ese punto de quiebre?

Es interesante eso que decís alrededor del punto de quiebre, al terminar la novela me di cuenta de que Alejo ya sube quebrado a ese techo, sin resto más que para calcular la distancia del salto y darle un último vistazo al panorama que tiene por delante y de repente se encuentra con una mujer en una reposera y retrocede.

La pregunta que se me presentó es: ¿hacia dónde se dirige un chico de quince años que decide no suicidarse? Creo que Alejo es consecuente con la lógica que lo habita a partir de la cual sólo le queda el merodeo y la vuelta a la madriguera en que transformó su habitación. Alguien así no podía suicidarse.

El título Agujeros sugiere ausencias, vacíos. ¿Cómo dialoga con la atmósfera de la novela?

Agujeros también dice de un borde, en el caso de Alejo y del padre, de bordes muy precarios y rudimentarios, utilizando una metáfora textil, podría decirte deshilachados y, a partir de eso, el padre lidia con la ausencia y el dolor impartiendo órdenes y sentencias que cada vez lo distancian más del hijo. A su vez, Alejo merodea alrededor de lo que le sucede quedándose cada vez más solo, siendo la violencia el único punto de encuentro entre ambos.

¿Cómo trabajaste la relación entre el lenguaje y el silencio? ¿Hay momentos en los que el silencio pesa más que las palabras?

Lacan (Jacques), en uno de sus seminarios dice algo que a mí me parece extraordinario. Se queja del hecho de que se haya entendido que el silencio es quedarse callado, cuando para él el silencio es aquello que agujerea el sentido. Insiste mucho con esta lectura errónea sobre el silencio.

A mí me parece que esta idea puede ser útil para pensar lo que sucede en esa casa y que la conmoción que genera la partida de la madre es algo a lo que ni el padre ni Alejo pueden dar lugar, entonces se la pasan hablando. El padre ordenando y al mismo tiempo impotentizando (N. de la R.: volver ineficaz, sin efecto) cualquier orden posible, estallando de ira y odio para con un hijo que, en algunos momentos, se atreve a esbozar algo de lo que les pasó.

En el caso de Alejo, circunvalando objetos que no le brindan ningún tipo de explicación dejándolo en una posición cada vez más periférica. Siguiendo esta línea podría decirte, lo pienso ahora, que la novela explora lo que le podría sucederle a un chico de quince años y a su padre al no poder darle lugar al silencio que representa en la vida de ambos la ausencia de la madre.

El autor firma ejemplares de su novela.

El camino de Agujeros

¿Cómo llegaste a la editorial Esa luna tiene agua?

Buscaba editoriales independientes que estuvieran abiertas a recibir manuscritos. Pero también tenía otra premisa: no quería pagar para publicar, estaba interesado en que, llegado el caso de hacerlo, fuera por el valor del texto. Esa luna tiene agua reunía esas dos condiciones, así que envié el material.

¿Cómo fue el trabajo con la editorial y cómo sentiste esa experiencia?

Podría decirte que en principio me encontré con que el trabajo que hicimos junto a María (Staudenmann) fue muy cercano al trabajo psicoanalítico alrededor del texto de un paciente. No porque el psicoanálisis se trate de correcciones, pero sí de una lectura a la letra, muy atenta a las detenciones necesarias para realizar un corte o ampliar algo de lo escrito, en este sentido podría decirte que corregir no está muy alejado de escuchar.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?

Editorial Caburé va a publicar Servicio al cuarto, una novela corta donde un trío Madre, Hijo y Nuera, así se llaman los personajes, se ven forzados a convivir después de que la Madre estuviera por más de treinta años ausente en la vida del Hijo. Tengo escritas varias novelas, en estos momentos estoy corrigiendo dos de ellas y escribiendo algunas más.

Acerca del autor

Sebastián Grendas (Buenos Aires en 1982). Es psicólogo y se desempeña en el área del psicoanálisis. Como escritor de ficción, escribe novelas y las trabaja junto al escritor Luis Mey. Compiló el libro Borges. Nuevas lecturas desde el psicoanálisis (Vergara, 2021). Tiene publicados artículos que cruzan el psicoanálisis con la literatura en las revistas especializadas Significantes, Tópica y En el margen. Dicta cursos de posgrado en el Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato de Alvear, donde desarrolla parte de su actividad laboral. Agujeros (ed. Esa luna tiene agua, 2025)es su primera novela publicada.

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