«El gran deschave», un clásico nacional siempre vigente

«El gran deschave», un clásico nacional siempre vigente

Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)

Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)

En 1975 se estrenó en Buenos Aires la obra teatral El gran deschave, con Federico Luppi y Haydée Padilla como protagonistas principales y dirección de Carlos Gandolfo, y desde entonces esta comedia negra mantuvo su vigencia y fue sumando versiones y funciones, renovando elencos y escenarios e, inclusive, llegó a las salas de España. Y se convirtió en uno de los clásicos imperdibles del teatro argentino.

Cincuenta años después de su primera presentación, El gran deschave, con autoría de Sergio De Cecco y Armando Chulak, se exhibe en el Teatro Buenos Aires, en la porteña esquina de Rodríguez Peña y avenida Corrientes. La tensión, las discusiones y sobre todo los secretos de un pasado oscuro de un matrimonio, que se van «deschavando» a medida que transcurre la obra, se pueden adaptar a cualquier tiempo: al pasado, al presente y seguramente también al futuro. Allí radica uno de los motivos de su persistencia y permanencia.

Robustiano, el vecino con múltiples dolencias físicas, y sentimentales, escucha los consejos de Jorge. 

Lo que revela El gran deschave

Jorge, o Jorgito, interpretado por Walter Muni, y Susana, o Susy, representada por Claudia Carbajales o Viviana Parrino, son el marido y mujer que, en un caluroso domingo, a partir de un comentario fuera de lugar van derrumbando su aparente convivencia, bien estructurada a través de revelaciones y confesiones crueles, dolorosas, nocivas e hirientes. Rencores disimulados y malos recuerdos que estallan y ensombrecen, poniendo en jaque al auténtico amor, durante un día en apariencia rutinario.

La tía, papel a cargo de Adriana Gasalla, laboriosa y divertida pariente que comparte el hogar; Robustiano, el vecino que sufre problemas de salud derivados de su estado anímico, representado por Pedro Pelliza, y Martinuchi, papel a cargo de Juan Lucero, el aprovechador y fanfarrón socio de Jorge, son el complemento ideal con sus pulcras actuaciones. La dirección corresponde a Federico Jiménez

3 La tía (Adriana Gasalla), Jorge (Walter Muni), Susana (Claudia Carbajales), Martinuchi (Juan Lucero) y Robustiano (Pedro Pelliza), en el saludo final. 

Jorge, el marido

Walter Muni, quien actúa en Bajo terapia los viernes, también en el Teatro Buenos Aires, y con paso por Para Anormales, Selfie, Esos de ahí, La tarántula, El método Gronholm, El servidor y Desmadre, entre otras obras, respondió a la entrevista de El Café Diario®, al finalizar una de las funciones de El gran deschave

¿Por qué pensás que esta obra mantiene su interés y vigencia?

Es una obra muy interesante, no está de más decirlo, y Sergio De Cecco es un gran autor, que también escribió El Reñidero, otro de los grandes clásicos del teatro nacional.

Hay que remarcar que siempre está muy bueno volver a los clásicos argentinos. El gran deschave tiene una gran riqueza. Quizás hoy los textos son mucho más naturales, pero tienen menos riqueza en cuanto a cómo están armados. En El gran deschave se refleja claramente un tema que se ha tratado mucho en el teatro, que es el enfrentamiento entre dos personas y acá, en un momento y por alguna razón, estalla todo y empiezan a sacarse los trapitos al sol. 

Cuando se estrenó hace cincuenta años, todo el mundo lo comentaba, impactó esa explosión de una pareja en un escenario. Con el tiempo hubo muchos casos de obras con parejas explotando en el escenario, pero El gran deschave sigue siendo atrapante e interesante. 

Walter Muni, el soñador, conformista y desilusionado marido de El gran deschave, respondiendo las preguntas de El Café Diario

¿Qué significa, en lo personal, ser parte de esta obra icónica?

Hacía tiempo que era una asignatura pendiente que teníamos con Fede Jiménez, el director. Queríamos volver a subirla a escena, pero no nos daban los derechos, hasta que finalmente los conseguimos y la hicimos. Fede la adaptó un poco a esta época, reemplazó algunas cosas, pero creo que se mantiene la esencia y el espíritu de esta obra. Y para los actores es una fiesta, porque nos permite liberar todo lo que queremos liberar y decir cosas que muchas veces no decimos. Está bueno eso.

¿Cómo fue en el caso de tu personaje?

Complicado. Vi varias versiones anteriores de El gran deschave y noté que cada de sus intérpretes le dio su personalidad. Traté de hacer eso, respetando lo que pide el autor y el texto, pero como lo haría yo y con lo que me pasa a mí y siempre siguiendo los parámetros de Sergio De Cecco.

Las grandes preguntas surgidas de pequeños detalles

Como consecuencia de la falta de comunicación y de ocultar hechos duros del pasado, se llega a ese brutal deschave del título, ¿no?

Exacto. Pasa que siempre hay un momento en que uno dice algo y una vez que abrió la boca se va uniendo todo y estallando. En El gran deschave, para colmo, en un día pasa de todo. A Jorge le pasa con la empresa, con el amigo, con el taller, con sus sueños, con la pareja, todo… Y pone a los dos integrantes de la pareja en una situación donde la pregunta es ¿se puede volver atrás? 

¿Por qué los espectadores que ya la vieron deben volver a hacerlo y los que nunca asistieron por qué deberían ver El gran deschave

A los dos le diría lo mismo: De Cecco es un autor que merece verse no una sino dos o tres veces, porque no solamente cuenta una historia, sino que los personajes son muy identificables, muy argentinos. Por ejemplo, ¿Quién le teme a Viginia Woolf? muestra una pelea de pareja, pero es muy de Estados Unidos. En cambio, El gran deschave tiene que ver con cosas argentinas y Federico Jiménez le colocó algunos ingredientes, resaltando otros personajes, para darle un tono familiar y costumbrista que gusta y también nos identifica. 

EL GRAN DESCHAVE

Teatro Buenos Aires

Rodríguez Peña 411, CABA

Domingos a las 18 h

Entradas en boletería o en Plateanet

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