La magia de la danza, el cine y una medusa
Por Lola López (lola.lopez@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
Una medusa descomunal late y se mueve como ya sabemos que se mueven las medusas: lenta, hipnótica y ciclópeamente.
-Es un mandala, ¿no?, murmura alguien.
-Más bien un girasol gigante, le responden.
Es todas esas cosas y muchas otras, seguramente, en la función siguiente, porque el inicio de Colossus es enorme y descomunal, una marcha precisa de bailarines y bailarinas que se articulan y desarticulan todo el tiempo, como estirando los límites del cuerpo.
El estreno de Colossus, de la coreógrafa australiana Stephanie Lake, en el Teatro San Martín de Buenos Aires, fue con la sala Martín Coronado a pleno y en el aire se sentía una expectativa especial. Al finalizar la obra el aplauso fue sostenido, emocionante y denso, como una ola que no terminaba nunca, una ola que se llevaba a la colosal medusa que había dado inicio a ese espectáculo hacía solamente 50 minutos.
Interpretada por el Ballet Contemporáneo –dirigido por Andrea Chinetti y codirigido por Diego Poblete– y egresados del Taller de Danza del Teatro San Martín, Colossus consiste, entre otras cosas, en una sucesión de escenas y de estados de ánimos. De «escenas» por el tinte cinematográfico, ya que por momentos parece estar viendo a Chaplin con sus movimientos rígidos, luego es como si nos asomáramos a un documental de Leni Riefenstahl (que también fue bailarina) y finalmente uno como espectador se siente inevitablemente interpelado por imágenes que remiten a The Wall.

Luego de la medusa/mandala aparece otra magia, como la de los cuentos donde una maga domina a las multitudes con sus poderes, o a su versión más bíblica cuando Moisés divide las aguas y toda la naturaleza se rinde a sus pies. Todo de la mano y con la presencia de Daniela López que camina por el escenario con fuego en sus manos.
Y ahí es cuando el espectáculo se pone más tenso, intensidad que sigue subiendo cuando los bailarines ejecutan una danza de empellones, saltos, vueltas carnero y sacudones. Es «solo» una danza, sí, pero resulta inquietante. Hay algo en esa violencia no violencia que de algún modo trae la siguiente reflexión: ¿Por qué nos parece tan natural lo violento? ¿Por qué está presente (casi obligatorio) en series, podcasts, redes y obras? Seguramente desde la psicología se podrá hablar del goce de lo salvaje o desde la antropología de lo atávico del ser humano. Más allá de cualquier teoría, da para seguir pensando.
Colossus
Teatro San Martín
Avenida Corrientes 1530, CABA
Jueves a sábados a las 20 y domingos a las 17 (hasta el domingo 30 de julio)
Entradas en https://entradasba.buenosaires.gob.ar/
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