Casahumana: un café para frenar y volver a mirarnos

Casahumana: un café para frenar y volver a mirarnos

Por Lola López (lola.lopez@elcafediariook.com)
Edición: Carla Scardino (carla.scardino@elcafediariook.com)

«No corras«, me dijo Emiliano cuando le avisé que llegaba entre las 14.30 y las 15.00.

Dos palabras simples, pero que fueron un bálsamo. No es común, pensé, encontrarse con gente que no le rinda culto a la velocidad. Porque vamos a decirlo: vivimos como si el apuro fuera un dios al que hay que hacerle ofrendas a cada minuto.

Así conocí la historia de Almahumana y Casahumana, un espacio que huele a café, a hogar y, sobre todo, a algo que se está volviendo raro: humanidad.

Casahumana: un espacio que es cafetería, y también una escuela para la inclusión (Foto: Casahumana).

Paremos un poquito   

Llevando adelante este lugar están Emiliano Szlaien y Pablo Baqué, dos personas que hace nueve años decidieron parar un poco. «Empezamos a ir a Salta porque queríamos bajar el ritmo, conectar con otras cosas«, recuerda Emiliano (y yo, que mientras los escucho chequeo mentalmente mi lista de pendientes, no puedo evitar sonreír: qué difícil se nos hace parar).

«Los porteños caminamos cabizbajos, hipnotizados por la pantalla, enfurruñados con nuestras propias cosas. Antes fue el Covid pero ahora hay una pandemia silenciosa: la de la soledad, la del me escucho sólo a mí mismo«, agrega.

Emiliano, uno de los creadores de Casahumana, café inclusivo (Foto: Casahumana).

De la idea a la realización      

En ese bajar revoluciones Emiliano y Pablo (ambos de profesión periodistas) decidieron empezar a concretar esa idea de «hacer algo» que rondaba sus cabezas: «Arrancamos haciendo asistencialismo, porque es lo primero que te sale cuando no sabés del tema.  Y es increíble, pero ahí también el ego empieza a hacer de las suyas, porque queríamos hacer algo original y distinto», describe Pablo. «Pero aprendimos que ante las situaciones de pobreza, vejez o discapacidad no hay que ser innovador para la foto, sino arremangarse y laburar«.

Café, inclusión y empatía 

Y claro que lo hicieron. Primero llegó Fundación Almahumana y después Casahumana: un espacio que es cafetería, pero también una escuela para la inclusión, un lugar de encuentro, y hasta un canal de streaming para contar historias que inspiran.

El concepto suena simple y, sin embargo, es revolucionario: dar herramientas para que las personas crean en sí mismas. Nada de lástima ni asistencia; acá la receta lleva dignidad, empatía y mucho compromiso.

Casahumana: Alma y corazón humanos (Foto: Casahumana).

Casahumana: un lugar inclusivo que alimenta cuerpo y alma  

«Cada casa es un mundo«, le dijo alguien una vez a Emiliano como para indicarle que no hay que meterse en las cosas de los demás. Él lo tomó de otra forma: si cada casa es un mundo, cada persona y su historia también lo son. Por lo tanto, si bien hay un horizonte compartido de necesidades, no hay recetas universales: hay que mirar, escuchar y acompañar.

Por este motivo en Casahumana todo tiene un sentido, una lógica. Es, por ejemplo, la primera escuela inclusiva de cafetería donde en los cursos de barismo cada persona se da una oportunidad de aprender y crecer. La carta está diseñada con números para facilitar pedidos «inclusivos» (tanto por si lo necesita el camarero o camarera, como el cliente) y con vajilla hecha por emprendedores.

A su vez, brindan una cantidad de talleres que van desde yoga, teatro, canto, danza, percusión y jazz, que resuenan con la idea de alimentar el cuerpo y el alma, y todos son inclusivos.

Un lugar para baristas con alma (Foto: Casahumana).

Palermo siempre está

Elegir un barrio lindo no fue casualidad: querían estar cerca de quienes pueden dar una mano. Porque es cierto que los argentinos solemos ser solidarios… pero a veces de compromiso, con una transferencia bancaria o dando ropa que ya no usamos y listo, «ya ayudé«.

En Almahumana se apunta a otra cosa, al vínculo real, al trabajo sostenido, acompañar a esa persona que quizás durante mucho tiempo sintió que no podía y ahora se está animando.

Zona de abrazos y clima hogareño

«Casahumana es un lugar de reencuentro, con aroma a café y sensación de hogar«, dice Pablo, y lo es. Miro a mi alrededor. Todo es lindo, cálido y también rico, un tema no menor a la hora de fidelizar clientes. Además, la decoración acompaña, incluso el oso gigante de peluche que está sentado en una esquina y dan ganas de abrazarlo mientras llega el latte con un dibujito.

Y hablando de afecto, en el piso de la vereda de Casahumana hay una obra de arte hecha con azulejos que dice «Zona de abrazos«, tan bella e inesperada que conmueve.

«Al principio hablábamos de personas con discapacidad que quizás es representativo, pero no abarca todo el universo de aquellos que necesitan una ayuda, como las personas con adicciones, las que sufren violencia, los adultos mayores o las diversidades de género. Entonces ahora simplemente hablamos de personas y eso es lo que más nos identifica«, resume Emiliano con emoción.

Una pequeña obra con un gran objetivo: generar más empatía (Foto: Casahumana).

«Todos pueden»: Casahumana y el énfasis puesto en las capacidades

«Tomamos la discapacidad o las situaciones complicadas como algo natural poniendo el foco en las capacidades y no en lo que no se puede«, enfatiza. «Hacemos acuerdos con instituciones, con familias y trabajamos mucho con las redes y el boca a boca, hacemos prácticas reales para que todos los que hacen el curso de barista vean y comprueben que ellos también pueden«.

En Casahumana ponen el foco en las capacidades, no en lo que no se puede (Foto: Casahumana).

Antes de irme, pienso en esas primeras palabras de Emiliano: «No corras«. Quizás, en tiempos de apuro y vínculos líquidos, ésa sea la verdadera revolución: frenar, mirar al otro y tenderle la mano. «Cada día hay pequeños milagros, pero pasamos al lado sin verlos«, me dice mientras me acompaña a la puerta. Nos despedimos en la vereda, por supuesto con un abrazo. Afuera, la ciudad sigue corriendo y yo, por primera vez en mucho tiempo, me permito parar un poco e ir caminando  despacio.

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