«Vigilias», un sueño onírico y la búsqueda de una salida

«Vigilias», un sueño onírico y la búsqueda de una salida

Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)

Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)


Vigilias, espectáculo teatral cargado de acrobacia y metáforas, se desarrolla en un tiempo y espacio incapturables y plantea interrogantes sobre la existencia, los sueños y la soledad.

Es una obra que propone, en un fondo blanco y negro, un dispositivo escénico que rompe los límites del cuerpo y del pensamiento, en un mundo onírico que desafía los bordes entre la realidad y la ficción.

Una cama, un personaje, el despertar, reacciones de miedo, ira, resignación, atrevimiento y lucha expresadas en saltos, caminatas, vuelos, tiradas, revolcadas… Una propuesta vigorosa en la convivencia del movimiento y de los recursos técnicos. 

Germán Cabanas, protagonista único y además director de la obra, realiza un despliegue físico, e interpretativo impresionante, mediante diversos movimientos acrobáticos, desafiando al cuerpo, la gravedad, el peso y los infinitos planos del espacio.

El interés de Vigilias radica en buscar magia en la simpleza, y el foco no está puesto en la espectacularidad ni en develar la complejidad del artificio, sino en articular de manera sensible la operación manual y artesanal de los mecanismos, que interpelan el cuerpo y la entrega del intérprete.

Cabanas no emite palabras, sus movimientos físicos dejan todo en claro y alientan el libre albedrío del espectador. Pone en acción el cuerpo, interpretando el lenguaje de movimiento, un imaginario y los dispositivos técnicos para construir una lógica escénica a partir de las posibilidades que ofrece esa conjunción. La realización, a cargo de UOW, es un alto aporte para lograr el impacto indispensable.

Una puerta, un holograma y el personaje que en sus sueños busca una salida.

El regreso de Vigilias

Finalizada la presentación para la prensa e invitados especiales, en El Galpón de Guevara, escenario que alberga la presentación de Vigilias todos los domingos de junio y julio, Germán Cabanas, brillante intérprete y director, con signos de la emoción y la adrenalina desparramada instantes antes sobre el escenario, se refirió a la obra ante la consulta de El Café Diario

¿Qué sensaciones te deja este regreso a escena de Vigilias?
Contento, primero, porque este es un laburo en equipo y pasaron casi ocho años de la última función que hicimos. Volver a hacerla requirió el planteo de una reversión y esto implicó repasar los sistemas de lo que funcionaba y también replantear la dramaturgia. Indagar, en mi caso desde la dirección, la línea argumental sobre lo que nos moviliza hoy, considerando el tiempo que pasó desde aquella última función. 

¿Hubo cambios, entonces, de aquella versión a la actual?

Desde la creación de la obra, que fue hace muchos años, cambiaron muchas cosas. Fuimos quitando material de lo anterior, que no nos gustaba tanto, y agregando cosas nuevas y complejidades que antes no había. Seguimos apostando a todo el laburo artesanal que hay desde la técnica y a profundizar en otras cuestiones desde lo actoral. Digamos que es un nuevo coctel, con material de lo que funcionaba antes y con cosas nuevas para mejorarla.

Germán Cabanas, protagonista y director de Vigilias, entrevistado por El Café Diario.

Haces un trabajo físico impresionante. ¿Cómo es tu entrenamiento?
La verdad es que quedo bastante agotado; se nota que pasé los 40 años (risas). Empezamos antes de que cumpliese los 30 y lo dejé hace ocho años. Por eso, ahora me pregunté: «Uy, ¿cómo lo voy a hacer?«.

Me sirve la experiencia, ya entiendo en qué lugares ahorrar energía y en cuáles no. Mi entrenamiento, hoy por hoy, tiene una parte importante en la prevención de lesiones, en cuestiones que tienen que ver más con el cuidado y no solo con la capacidad física, hacer trucos y demás.

Una propuesta múltiple

La obra incluye varias técnicas: acrobacia, actuación, performance, danza aérea. ¿Cómo la definirías?

Es cierto, tiene de todo un poco. Y eso es lo lindo. Decir: «Che, si vamos a hacer un espectáculo nuestro, o voy a dirigir un espectáculo de mi parte, voy o vamos a hacer lo que nos dé ganas«. O sea, elegir un modo de contar que sea el que nos gusta, que nos divierta y también arriesgar e inventar un poco. Ir por un lugar que no necesariamente tiene que ser el lugar más conocido y ver si el público se sube al viaje.

El hecho de que no hables durante la obra, ¿apunta a que el público haga su libre interpretación?

En la versión anterior había un poquito de texto, pero esta vez apostamos más a las imágenes y al cuerpo. No como una decisión de pensar que tiene que pasarle algo al público, sino porque estábamos con ganas de desintelectualizar un poco.

Optamos por unas cualidades actorales un poco más neutras que antes, confiar más en lo que cuentan las imágenes, la luz y la potencia del cuerpo en escena. Apostamos más a lo performático y menos al lenguaje de una dramaturgia argumental o intelectual, pero con inquietudes propias, más que nada.

En una parte de la obra, cargás un perchero. ¿Puede ser que signifique un calvario?
Hay algo de eso, puede parecer como que estoy cargando una cruz. Hubo mucho dentro de la creación de probar cosas con los elementos e investigar y que alguien se imagine algo. Pueden imaginar que estoy arrastrando mi cruz o lo que fuera, pero al no haber texto quizás otra persona se imagina otra cosa.

Yo estoy pensando que si para mí tiene sentido mientras lo voy haciendo, el que está viendo le va a encontrar un sentido, por más que no sea exacto. Nos pareció que estaba bueno eso: que el público pudiera imaginar.

El intérprete en el aire, colgado de un perchero y dando muestra de su despliegue acrobático.

¿Te dicen los espectadores que les sucede eso?

Sí, y es gratificante, porque recibís los comentarios y cada uno lo lleva a sus experiencias personales. Es muy lindo. Las devoluciones del público son siempre muy variadas, y me muestra que haber complejizado las cosas, los sistemas y el movimiento fue una forma de no subestimar al público. Fue ir probando y que la misma obra los lleve y los mueva.

Me pasó que un espectador me contó que sufre insomnio y me dijo que la pasa lo que se ve en la obra. Otro me contó que en la pandemia la había pasado mal y sintió cosas que ocurren en la obra.

Hay gente que se ríe, otra que disfruta, alguno que sueña que quiere volar. La obra tiene una línea argumental básica que hace que después de la función el público te comente lo que le pareció y tiene que ver con lo que estamos tratando de contar.

Entre el público había muchos chicos y también quedaron atrapados y enganchados con la obra, ¿no?

Así es. Y es muy loco, porque es un lenguaje que no es habitual y, por otro lado, es apto para todo público. Vienen desde niños a gente mayor. Y los chicos se quedan callados toda la función, prestando atención. Así como las devoluciones de algunos grandes te sorprenden, muchas de los chicos también. 

Vigilias
El Galpón de Guevara
Guevara 326, CABA
Domingos a las 20
Entradas en el teatro o en Alternativa teatral

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