Gabriel Micchielli: escribir para nombrar lo inasible

Gabriel Micchielli: escribir para nombrar lo inasible

Por Mirtha Caré (eme.care@elcafediariook.com)

Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)


Un sueño vívido fue el detonante que llevó a Gabriel Horacio Micchielli a escribir El último abrazo, texto seleccionado en la convocatoria de autores realizada por este medio. Un relato donde el dolor y la dulzura conviven en equilibrio.

En conversación con El Café Diario®, Micchielli comparte el proceso de su escritura, el impacto que tienen los recuerdos y habla acerca de la serenidad inesperada que puede surgir en los momentos más difíciles.

¿Qué te llevó a escribir El último abrazo y cómo fue el proceso de plasmarlo?

Varios años después de ese 31 tuve un sueño tan vívido, tan cristalino, que quedé profundamente impactado. El deseo, finalmente, había encontrado su resquicio. Debieron pasar otros años, haberme decidido al fin a realizar un taller de escritura, para poder plasmar en palabras un nudo de emociones muy potentes.

El relato refleja un gran equilibrio entre momentos de dolor y de dulzura. ¿Cómo lograste ese contraste?

Siempre supuse, y aún lo sigo sintiendo así, que ante situaciones extremas voy a sucumbir a la desesperación, a pesar de varias experiencias en contrario. Y el recuerdo de esa en particular lo confirma: se fue dando así, espontáneamente, sin forzamientos, como ocurren las cosas buenas de la vida. Acompañar al viejo en ese trance tan duro tuvo una contracara impensada, apacibles momentos de serenidad.

Gabriel Micchielli, autor de El último abrazo, texto seleccionado en la convocatoria de autores realizada por El Café Diario®.

El abrazo final del relato tiene una gran fuerza simbólica. ¿Qué significa este acto para vos y cómo esperas que lo interpreten los lectores?

Con el viejo compartimos mucho tiempo; en el tallercito, en la distribuidora. Fui testigo de sus rituales: orden, limpieza, la hora del mate, acercarme algo para comer. Todo enmarcado por un uso austero de palabras.

Ese abrazo creo que simboliza sensibilidades coincidentes, silencios, ternura, tristezas, historias inconclusas. También lo legado, aquello inasible que transmitimos de generación en generación, que nos consuela ante lo efímero de la propia existencia. 

Micchielli y una apuesta por la sobriedad

Decir sin saturar.

Me agrada pensar que no es indispensable abrumar con palabras. La frase atribuida a Miles Davis –no chequeada– «no toquen todas las notas, la música está en el aire«, explica bellamente la idea.

¿Por qué decidiste incluir tantos detalles cotidianos al relato?

No me había detenido a pensarlo. Creo que fue una manera de acotar el dolor, cercarlo en un escenario amigable, sostenido por una abundancia de detalles cotidianos. Algo así como integrar la muerte.

¿Qué significó para vos quedar seleccionado en esta convocatoria?

En principio una enorme alegría. También gran asombro. Si pienso que comencé el taller en febrero del año pasado diciendo que nunca había escrito algo, y que dudaba de poder hacerlo…

Mención y legados

Cuando habla de taller, Micchielli hace referencia al taller Letras sin fronteras, que se desarrolla en el espacio de memoria ex Olimpo, coordinado por Elsa Lombardo. El mismo se enriquece con diversos ejes comunitarios. Hablando de legados: lo que logramos, lo hacemos siempre con otros.

Taller Letras sin fronteras, que se desarrolla en el espacio de memoria ex Olimpo, coordinado por Elsa Lombardo. Micchielli, abajo en el centro.

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