Pueblo Perdido, los primeros moradores de Catamarca

Pueblo Perdido, los primeros moradores de Catamarca

Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)

La Aguada fue la primera sociedad que vivió en la provincia de Catamarca en el remotísimo Siglo II. Poco se conocía de este pueblo originario y precolombino hasta que a fines de la década de 1980 se realizó un descubrimiento arqueológico  fundamental. En el Pueblo Perdido de la Quebrada se encontraron ruinas de ese antiguo poblado, que permitió ahondar en detalles sobre su forma de vida, sus costumbres, sus tradiciones y su cultura. 

Ubicado a 4 kilómetros del centro de San Fernando del Valle de Catamarca y en la Quebrada del Tala, sobre la Ruta Provincial 4, a el Pueblo Perdido de la Quebrada ofrece un recorrido valioso al pasado histórico, cultural y arquitectónico.

Ascendiendo por un sendero natural, con toda la belleza de montañas, piedras, distintos tipos de cardones, chañares, mistoles, quebrachos blanco y algarrobos, con algún zorro cruzándose y el sonido de un puma a la distancia, y el límpido cielo como techo, se llega a las ruinas.

Ruinas de una casa de la cultura aguada.

De las cuarenta casas y depósitos descubiertos, diez han sido desenterradas y están a la vista de los visitantes. Quedaron las bases, construidas con grandes piedras, como cimiento, y completadas con rocas más pequeñas, barro, adobe y elementos vegetales.

En esas construcciones vivían hombres, mujeres y niños y había otros recintos destinados a depósitos de alimentos, talleres y un corral de llamas. De este animal aprovechaban todo: la carne y grasa para alimentarse, los cueros y la lana para confeccionar abrigos y tejidos y los huesos como utensilios para artesanías o elementos de defensa.

Pueblo Perdido: agricultura, artesanía y sacrificios

Este antiquísimo pueblo originario se dedicaba a la agricultura -cosechaban maíz, zapallo, papas y algarroba en terrazas acondicionadas y acequias para aprovechar el agua descendida de las cumbres y del cercano Rio Tala- y a la artesanía, confeccionado elementos de cerámica y al tejido utilizando fibras vegetales.

La cultura aguada interpretaba una cosmovisión muy especial y adoraban al jaguar, mamífero que habitaba la región. Lo consideraban un especie divina y anhelaban contagiarse de su sabiduría, fuerza, agresividad, agilidad, poder, bravura y coraje. Por esa adoración, muchos de los cuencos, vajillas, tinajas y objetos decorativos hallados están ilustrados con figuras de jaguares.  

Antiguos cardos y árboles rodean las viejas construcciones de la cultura aguada.

Los sacrificios humanos, ejecutados por un chamán, eran habituales. No estaban rodeados de un clima de crueldad, aunque en el fondo lo era, sino que se trataba de una ceremonia festiva y ser sacrificado significaba una especie de premio y una valoración de cualidades que mediante la ofrenda se creía que iban a ser compartidas por toda la población. 

El breve recorrido a pie, con la compañía de una guía experta que brinda información, detalles y datos correspondientes, al aire libre en ese entorno natural, remite a un viaje al pasado remoto y al conocimiento de los primeros habitantes catamarqueños. 

Elementos rescatados en las excavaciones y exhibidos en el Centro de Interpretación de Pueblo Perdido.

El paseo se completa con el Centro de Interpretación, una sala cubierta, donde se exhiben objetos hallados durante las excavaciones: utensilios de cocina, de higiene y musicales. Además de una pantalla donde se proyectan documentales sobre estas ruinas y los usos y costumbres ancestrales de la cultura aguada. 

Pueblo Perdido y su hallazgo casual

Durante miles de años, estas ruinas arqueológicas estuvieron sepultadas bajo sedimentos, tierra y la típica vegetación semiárida de la región. Finalizaba la década del 80 cuando un baqueano notó una serie de rocas y alertó a un arqueólogo. Casi de inmediato comenzaron los estudios y las excavaciones y así se logró este maravilloso descubrimiento. 

Una de las expertas guías de Pueblo Perdido y un mortero, utilizado para moler granos de maíz.

Con la llegada de los diaguitas y la posterior invasión de los incas, la cultura aguada fue extinguiéndose. Pero en Catamarca, en otro paseo recomendado en esta provincia tan prodiga en paisajes naturales como carente de difusión masiva de sus sitios turísticos, existe un sitio que merece ser visitado. Para ahondarse en la historia y descubrir a los primeros moradores de esta región.

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