«Mirar al río», un espectáculo multidisciplinario
Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
Con el Río de la Plata como inspiración, Mirar al río, diálogos con lo inanimado es una propuesta interdisciplinaria que combina danza, música en vivo, acrobacia, efectos visuales y actuación, con un emotivo enfoque en el pasado y la memoria.
Con un tono metafórico y poético, respaldado por una sincronizada coordinación en cada uno de los movimientos de los performers, Mirar al río, diálogos con lo inanimado se trata de una obra dividida en tres actos que transcurren a orillas del río color de león, de 325 kilómetros y compartido por Argentina y Uruguay.
La obra transcurre desde tiempos ancestrales, con neta alusión a la naturaleza mediante la mujer noche, la mujer tierra, la mujer árbol y el hombre río y diálogos en off de pueblos originarios, aimara y mapuche, pasando por el pasado con una familia descansado a orillas del río y los tristemente célebres vuelos de la muerte en tiempos de la dictadura, para finalizar con un presente de manifestaciones, bailes y celebraciones.
Una experiencia onírica, musical e inmersiva
El juego de luces, preciso y efectivo, el acompañamiento de música y sonido, las proyecciones interactivas en la gran pantalla de fondo, el vestuario y la utilización de distintos elementos –caracoles, máscaras y juguetes, entre otros– suman y resaltan más el trabajo físico y gestual de los protagonistas.
Los performers que le ponen el cuerpo al espectáculo multidisciplinario son: Estefanía Amoruso, Gabriela Baldoni, Bárbara García Di Yorio, Diego Núñez, Josefina Sabaté y Baudron y Leonardo Volpedo y la dramaturgia es de Tatiana Sandoval.

Creadora de Mirar al río, con un amplio CV
Tatiana Sandoval es sinónimo de artista interdisciplinaria. Actriz, directora escénica, dramaturga, coreógrafa, artista visual, docente y fundadora y directora artística de la compañía Cuerpoequipaje.
En Mirar al río, diálogos con lo inanimado también tiene múltiple actividad. Se encargó de la dramaturgia y del arte y también es la directora escénica y coreográfica. De todo esto, entre otros temas, habló con El Café Diario®.
Tatiana, ¿cómo nació la idea para armar esta obra?
Mirar al río es un proyecto que iniciamos hace dos años con la compañía cuerpoequipaje. Veníamos de hacer otro proyecto que trabajaba la cuestión del cuerpo en el mundo, Con este cuerpo en este mundo proyecto estrenado durante la pandemia. Comenzamos a profundizar en idea de territorio, pensamos el concepto del cuerpo en el territorio. Nuestro cuerpo colectivo situado en nuestro territorio, ese era el siguiente tema que íbamos a trabajar. Al inicio, al investigar, empezamos a trabajar cuestiones quizás formales, de multimedia o vínculo con sonido.
Esa investigación se nota desde el comienzo, ¿no?
Sí, en el primer acto, que está como muy fuerte investigado en esa dirección, con una invitada, Estefanía Amoruso, que se sumó en este proyecto en violín. Este primer acto fue conformado como un tiempo ancestral en relación a este, nuestro territorio, con imágenes visuales de gran potencia que piensan nuestros paisajes y un concepto de la ancestralidad como paradigma de arquetipos.
¿Qué te llevó a inspirarte en el Río de la Plata?
El Río de la Plata aparece como territorio específico cuando nos situamos dentro de nuestra propia historia. Empezamos a elaborar la cuestión del territorio y buscando en lo real de nuestra memoria colectiva en diálogo con nuestra historia reciente, nos hacemos cargo de que hoy hablar desde el presente, en relación con nuestro pasado más cercano, es una necesidad de orden ético y político como artistas en estos tiempos.
La cuestión de lo rioplatense empieza a dar cuenta del universo específico del que estamos hablando, de las capas que tiene la memoria y de los distintos elementos que conforman la memoria colectiva. Desde la dirección empiezo a rescatar esos signos que aparecen en las improvisaciones. Son seleccionados para construir una dramaturgia escénica que habla a través de la conjugación de esos distintos elementos compositivos y escénicos, manipulación de objetos, objetos sonoros, pequeños juguetes, danza y textos. Y así aparece con fuerza la cuestión específica de la memoria del río.
Mirar al río. Diálogos con lo inanimado mezcla varias sensaciones: tristeza, alegría, esperanza…
Es un devenir que es parte del proceso creativo. Pero hoy es muy constitutivo en la obra, la cuestión de la memoria y de las distintas capas que la componen.

El valor de la música en Mirar al río
¿Qué valor le das a la musicalización de Mirar al río?
Creo que el universo sonoro es un elemento que, dentro de un material que tiene poco texto pero que recorre estas cuestiones históricas, permite ir dando cuenta de la emoción. De la propia, pero también de la emoción colectiva en estos acontecimientos, especialmente en los vinculados al territorio, de qué se hace con lo no dicho, con la emoción, con lo contenido.
Creo que, en ese sentido, el material sonoro y musical le brinda al espectador una forma de meterse desde distintos climas en este territorio, en este contexto. Porque ocurren cosas, pero se sigue el tiempo, no se detiene. La música da cuenta de ese paso del tiempo que queda en reverberaciones que pueden escucharse y superponerse a la escena.
¿Cómo una especie de continuidad?
Creo que algo del material sonoro trae resonancias de lo que continúa y lo que sigue en la memoria de aquello que ya ocurrió. Es bello cómo eso se puede superponer: las manifestaciones, el tango, el baile, las marchas, las murgas. Y, en ese aspecto, las emociones son vividas, en este caso en el espectáculo, o pueden vivirse a través del trabajo compositivo sonoro. La música conecta directamente con la emoción.
¿Qué significado tiene que los artistas se tapen las caras con los violines?
Bueno, por un lado, el trabajar con hibridaciones entre cuerpo y objetos es algo propio de la compañía. Veníamos investigando, ya en otros proyectos, la cuestión del objeto como máscara, es parte de nuestra identidad, pues ya lo habíamos utilizado en otros proyectos.
El instrumento utilizado como máscara y la multiplicación. Por supuesto como imagen es polisémica. En otros proyectos también multiplicamos algunos signos: nuestro primer proyecto, Concierto para equipaje, eran unas cajas. Los cuerpos combinándose y en hibridación, objetos para construir nuevas corporalidades, descubrir cómo se mueven, danzan y expanden su sentido.
Venimos del teatro de objetos y de investigarlo con el cuerpo. Estas imágenes empiezan a capturar significados de acuerdo a cada obra. En Mirar al río la máscara de violín se multiplica, como instrumento en una escena en la que se toca de diversas maneras, pero acompañada por un personaje que es el único que no tiene máscara y que tiene un traje militar y un serrucho, comienzan a resonar con aquellos cuerpos que no tenían una identificación cuando eran capturados. Me refiero a los desaparecidos.
¿Para que el espectador haga su interpretación?
No lo pensamos así, no fue a priori de esa manera, pero de a poco el material empieza también a hablar por sí mismo. O sea que, en este caso, le deja abierto algo al público acerca de la propuesta, pero no lo está cerrando ese sentido. En general las imágenes que contienen esa fuerza surrealista permiten que ingresen diferentes interpretaciones y subjetividades.
Texturas, personajes y escenografía
Gabriela Baldoni tiene injerencia en varios ítems de Mirar al río, diálogos con lo inanimado. Es una de las performers y además la responsable del mapping, la multimedia, las visuales, la fotografía y el arte (compartido con Tatiana Sandoval y Bárbara García Di Yorio). Al respecto, dice: «En el primer acto, sobre todo, empezamos a trabajar el territorio desde las texturas de distintas tierras y el armado de los distintos personajes a partir de divisiones en el espacio».
Y agrega: «Buscábamos que la multimedia no fuera sólo una pantalla de fondo, sino que empezara a actuar dentro de la escena y transformar a los personajes. Por ejemplo, a la mujer árbol, la luz la transforma en árbol. Y así a los distintos elementos que van conformando y que la luz y la proyección van tiñendo a los personajes que van apareciendo. No es solamente una escenografía con un telón de fondo, sino que esa pantalla va modificando realmente el sentido de lo que va sucediendo», explica.

De sonidos y memoria auditiva
Cecilia Candia, responsable de la música original de Mirar al río, diálogos con lo inanimado y de los sonidos musicales, al costado del escenario, destaca «la ductilidad de los performers, los actores, para tocar los instrumentos, especialmente Estefanía que es música de profesión, y la espacialidad que da el poder escuchar los sonidos que están dentro de la sala más un equipo con que largamos sonidos«.
Candia, que compone y dirige música para teatro desde hace casi cuatro décadas, agrega: «Es difícil sintetizar la memoria auditiva. Cada uno tiene la suya de acuerdo a donde vivió y a las décadas, más todo lo social y lo familiar. La memoria auditiva también tiene que ver con el barrio, con la familia, con el lugar. Lo que quisimos fue dar distintas pinceladas, tratando de representar a todos«.
Un viaje en el tiempo
La artista interdisciplinaria, violinista y docente de música Estefanía Estefi Amoruso por su parte asegura que «desde adentro, como performer puedo asegurar que lo que se siente es un viaje en el tiempo. Estamos ahí no actuando la escena vacía sino sintiendo realmente que estamos viajando en el tiempo. Y se disfruta mucho«.
MIRAR AL RÍO, DIÁLOGOS CON LO INANIMADO
Pasco 623, CABA
Sábados, a las 18 horas
Entradas en la sala o en Alternativa teatral




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