Crónica de un ex Ministerio

Crónica de un ex Ministerio

Por Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)

Cada nueva gestión que asume la Presidencia de la Nación tiene su impronta. En ese sentido, una de las primeras pistas para saber cómo será, a grandes rasgos, un gobierno, es ver cuántos ministerios elimina y cuántos crea.

En ese sentido, el presidente Javier Milei eliminó varias carteras y algunas las degradó y pasaron a formar parte de un nuevo ministerio, tal el caso del ex Ministerio de Desarrollo Social, ahora devenido en Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, que forma parte del nuevo Ministerio de Capital Humano.

A cargo de Sandra Pettovello, el flamante Ministerio de Capital Humano ya sufrió ocho renuncias de funcionarios designados.

De todos modos, ya aprendimos que este cambio en sí mismo no significa nada. Se le criticó al macrismo reducir el área de Salud a una mera secretaría y se celebró que el peronismo recuperara el ministerio.

Sin embargo, la opaca gestión del actual ministro de Salud, Mario Russo, que tuvo que salir a dar explicaciones en pleno brote de dengue, dejó en claro que tener un ministerio no es garantía de gestión y eficiencia.

Pero, en el caso del ex Ministerio de Desarrollo Social, el cambio de estatus implicó el cierre y/o desafectación de decenas de oficinas abocadas a tareas comunitarias sobre la población más vulnerable. Es decir, el daño ha sido por partida doble: cientos de trabajadores en la calle y decenas de miles de ciudadanos sin contención estatal.  

El ex Ministerio de Desarrollo Social, antes de Bienestar Social, siempre tuvo a la población vulnerable como su principal objetivo.

Un ministerio que es tierra arrasada

Por eso, si la noticia de la eliminación del Ministerio había generado críticas y rechazos, el cierre de sus 57 Centros de Referencia, ubicados a lo largo del país, con una delegación como mínimo en todas las provincias, sembró el dolor y la preocupación de todos los afectados.

A la vez, es una muestra de lo que implica haber dado de baja al Ministerio en general y a sus diferentes áreas en particular.

Es sabido que Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires y, para que alguien de La Rioja con un determinado problema diera con el programa dependiente del ex Ministerio de Desarrollo Social u otra dependencia que se lo solucionara, era necesario el personal entrenado del Centro de Referencia que lo orientara.

Por eso, el cierre de los CDR es el ejemplo cabal de lo que significa la eliminación del Ministerio de Desarrollo Social: una tragedia colectiva de alcances difíciles de cuantificar, que involucra a sus trabajadores y a la población más vulnerable.

El emblemático edificio ubicado en Av. 9 de Julio 1925 se inauguró en 1936 y declarado Monumento Histórico Nacional en 2002.

Qué eran los Centros de Referencia

En diálogo con El Café Diario, Ingrid Manfred, Secretaria General de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) del ex Ministerio de Desarrollo Social, explica qué significaban los CDR y su trabajo: «Se crearon en 2006 con la perspectiva de brindar una cercanía y un acceso federal a la política pública. Trabajaban más de 800 compañeros, la mayoría formados en las ciencias sociales, también algunos administrativos, todos con un fuerte conocimiento territorial«.

Al respecto, Manfred es clara: «La particularidad de esta perspectiva federal es que los compañeros y compañeras tienen un gran anclaje en el territorio y conocimiento real de las particularidades de ese territorio, articulados con los compañeros y compañeras del nivel central»

Además de los trabajadores despedidos, son miles las personas que quedaron sin contención: «Los CDRs eran la única ventanilla para que la población pudiera consultar sobre trámites puntuales, pero también donde las familias obtenían acompañamiento, asistencia e intervenciones individuales, un abordaje a nivel comunitario en articulación con otros actores territoriales, los gobiernos locales y las organizaciones comunitarias«.

Daño extendido

Es imposible establecer el número de gente afectada por el cierre de los CDRs, porque en estas oficinas se podía reclamar desde recortes en programas sociales, como el Potenciar, hasta realizar los trámites para gestionar medicación de alto costo, tratamientos complejos o tramitar el monotributo social.

Otro aspecto fundamental que explica la secretaria de ATE es que en estos Centros había trabajadoras del Ministerio de la Mujer, «que acompañaban situaciones de violencia de género y así se pierde un espacio vital de acompañamiento de los sectores más vulnerables con presencia territorial, institucionalizada«.

Pero lo más preocupante, advierte Manfred, es que las funciones de los CDR no han sido absorbidas por nadie «y eso es una gran preocupación de los trabajadores, porque la realidad es que en este momento la única respuesta que ha dado la gestión es un 0800 al que llamamos ‘0800 que Dios te ayude’. Pensar que se puede reemplazar la escucha, el acompañamiento, el abordaje que se puede realizar con equipos profesionales con un 0800 es realmente de un nivel de crueldad y abandono terrible. Por el momento la respuesta es nula«.

Futuro en pausa

La provincia que mayor cantidad de CDR tenía era la de Buenos Aires, con 25 delegaciones. Luego, había una en Catamarca, Chaco, Córdoba, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Misiones, Neuquén, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán; dos en Chubut, Corrientes y Mendoza; tres en Río Negro y Santa Fe, y cuatro en Santa Cruz.

Pero ahora todo eso es historia y la realidad es que, desde el cambio de autoridades y la degradación de ministerio a secretaría, hasta el día de hoy no existe estructura nueva de la nueva oficina.

Una vez conocida la situación, la Junta Interna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) dejó sentada su preocupación y su repudio en un comunicado: «Manifestamos nuestro profundo rechazo a esa decisión y al intento de cortar el acceso federal a las políticas sociales a los sectores más vulnerables. Nuestras oficinas son parte de una estrategia federal que busca promover el acceso de nuestro pueblo a sus derechos«.

Esto se traduce en una parálisis total del organismo. Prácticamente no ha habido nombramientos, hay subsecretarías sin personas designadas más allá de que se han presentado personas diciendo que van a ser las autoridades, pero hay circulación constante y cambios de personas que dicen que van a ser funcionarios, pero sin un nombramiento que lo ratifique.

Lo dicho: la gestión está paralizada, congelada y esto se refleja en las políticas públicas, las decisiones, la falta de entrega de alimentos y hasta de medicación de enfermedades complejas y oncológicas porque la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), que históricamente formaba parte del ex Ministerio de Desarrollo Social pasó al Ministerio de Salud. Pero esa ya es otra historia, tanto o más trágica aún.

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