Un «Café con gatos», maullidos, ronroneos y juegos
Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
Pipi, Bebé, Coñita, Princesa, Peque, Luana, Silver, Rubio, Kiki, Nigari y Chiqui. Son once, pero no son un equipo de fútbol, son una selección de ternura y sociabilidad. Se trata de once gatos que interactúan, café y alfajor de por medio para los visitantes, con los michi tíos que se acercan a un departamento en el barrio porteño de Abasto, especialmente ambientado para compartir mucho más que un desayuno o merienda.
Diana, Gaby y Lili, las tres emprendedoras de este novedoso y encantador espacio felino, Café con gatos o Cat Café Buenos Aires, lo definen como un sitio para hacer gatoterapia.
«Es relajante y trae muchos beneficios en estos tiempos con tantas tensiones. En la zona hay varias facultades y muchos estudiantes vienen antes de rendir un examen para bajar un cambio y rendir relajados. También vienen chicos y chicas con discapacidades a jugar y relacionarse con los gatos, los ayuda y estimula mucho«, cuenta Diana.
«Esto empezó sin estar pensado, casi de casualidad. Este departamento lo alquilábamos a turistas y durante la pandemia, por supuesto, quedó vacío. Vivimos en el mismo pasillo, a dos puertas de distancia, y como acá hay un lindo y luminoso jardín, veníamos a tomar sol. Cuando terminaba la pandemia y de a poco la gente empezaba a salir y a escapar del encierro, vecinas del edificio nos pidieron permiso para usar el jardín. Venían con su mate y jugaban con nuestros gatos«, relata Diana.

Un crecimiento expansivo
Y así nació el Cat Café Buenos Aires. Al respecto, explica Diana: «Se fue haciendo una cosa muy fluida y tuvimos que organizar turnos, porque muchos vecinos querían venir. Así surgió la idea del Cat Café. Pensamos en transitar gatos para dar en adopción y que la gente los conociese, jugase y tomase un cafecito y comiese algo rico. Así empezó todo».
Continúa: «Vinieron de noticieros de tevé y creció mucho más. Nos cambió la vida y nos hace felices, no sólo compartir tanto tiempo con nuestros gatos, sino armar una cadena solidaria con proteccionistas, refugios y emprendedores relacionados con las mascotas«.
A los tres primeros gatos, Coñita (18 años), Bebé (9) y Pipi (6) se le fueron sumando otros. Los últimos cinco, llegados recién nacidos, en una tanda de tres (Kiki, Nigari y Chiqui, hoy de 2 años) y otra de dos (Silver y Luana, hoy de 3 años), arribaron con la intención de ser transitados y luego entregados en adopción.
Pero resultó imposible: sus encantos y dulzura cautivaron a las tres mujeres y quedaron de forma definitiva. Los once gatos son callejeros, y se los ve en perfecto estado de salud y limpieza. Mantienen la independencia habitual de los gatos y, a la vez, son muy sociables.
La Michineta
Con el equipo completo, en Cat Café Buenos Aires ya no aceptan más integrantes para la familia de michis. También hay algo de cábala, según señalan entre risas las tres anfitrionas: los últimos gatitos llegaron junto al título mundial de la Selección Argentina de fútbol en Qatar 2022. Así nació un apodo: la Michineta.
Lo que nunca se corta es continuar fomentando la adopción. En una pizarra cuelgan fotos de gatos rescatados por Hacé feliz a un gato, una organización que rescata, cura, alimenta y transita la gran cantidad de gatos que son abandonados en el Jardín Botánico. Café con gatos hace la conexión para que estos animales hallen un hogar.
En el sitio, más amplio en energía y comodidad que en metros cuadrados, los once gatos conviven en perfecta armonía. Los visitantes pueden mimarlos, acariciarlos, jugar, alimentarlos –el pollo es su comida favorita– o simplemente observarlos. El jardín es el sitio más deseado, aunque los días de baja temperatura o de luvia, toda la acción se desarrolla bajo techo.
En Argentina, según un estudio realizado en octubre del año pasado, hay 6 millones de gatos hogareños y el 55% de las casas con mascotas tienen gatos. Un problema serio es la cantidad de animales callejeros, problema que desde Café con gatos combaten. Un porcentaje de lo recaudado es donado a refugios y proteccionistas. Lo mismo ocurre con los artículos que se venden en la michi-tienda que funciona en el café y donde se venden artículos relacionados con los felinos, hechos por emprendedores.
Festejo de cumpleaños en Café con gatos
Varias personas que concurren a conocer el lugar suelen convertirse en habitués. Y, a medida que van repitiendo su asistencia, van sumando distintos saltos de categoría, que significan descuentos en el valor de la consumición y distintos beneficios.
Por ejemplo, alcanzar el estatus de invitado a los cumpleaños de los gatos; con torta de crema para los humanos y de atún para los michis. Con respecto a los regalos, la regla es nada para los gatos –ya que tienen todo lo necesario– y, en cambio, sí donaciones (comida seca, piedritas sanitarias, abrigos, etcétera) para los refugios.
Algunos fines de semana la propuesta gastronómica para el mediodía varía, ya que en la parrilla del jardín se preparan sándwiches de chorizo, como menú alternativo mientras se realiza la actividad con los felinos.
Los gatos viven con sus dueñas en sus departamentos y cada mañana caminan juntos, humanas y cuadrúpedos, los pocos pasos de distancia hasta el Café con Gatos, que funciona de miércoles a domingo –en vacaciones de invierno se agrega lunes y martes– de 9 a 12 y de 15 a 18. Los turnos, de una hora, solamente se dan con reserva previa, que se hace a través de la cuenta de Instagram de Café para gatos.
De algo, además de su cariño a los gatos, están convencidas Diana, Gaby y Lili: Cat Café Buenos Aires es su destino. No se imaginan dejando esta actividad para volver a dedicarse al turismo, su trabajo anterior durante muchos años.
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