«Respirar», un impactante relato de resiliencia y esperanza

«Respirar», un impactante relato de resiliencia y esperanza

Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)

Pilar Ruiz relata y emociona, habla y conmueve, mira a los ojos y convence, danza y atrapa, cuenta y empatiza, se mueve y sensibiliza. Y fundamentalmente respira, intensificando sonoras inhalaciones y exhalaciones, y ese oxígeno que entra y sale es un ejemplo de resiliencia. Mientras realiza su performance actoral, ella va contando una historia fuerte, que roza la vida y la muerte de una pequeña beba.

Este recorrido clínico-biográfico, con situaciones que estremecen y conmueven, nada tiene que ver con la ficción, más allá de su representación teatral. Respirar. Bitácora escénica en un acto es la narración exacta y precisa de la fuerte experiencia personal de Pilar Ruiz.

Recién nacida, una patología congénita la llevó inmediatamente de la sala de partos a terapia intensiva. La actriz dispara nombres poco conocidos de enfermedades y patologías que afectan al esófago y a los pulmones –sus propios esófago y pulmones, en este caso–: Atresia de esófago con fístula traqueo-esofágica, acalacia y bronquiectasia.

Respirar y luchar con el peligro de muerte

Cinco veces estuvo al borde de la muerte. Su historia impacta y conmueve, pero una virtud de la protagonista es que jamás apela al golpe bajo o se sitúa en víctima. Simplemente aceptó su destino, su diagnóstico, sus dolores físicos y los explica hasta salpicados con algunas dosis de humor.

Pilar Ruiz en pleno relato. La puesta en escena, la iluminación, las proyecciones y el sonido le dan un marco ideal.

Despierta admiración, genera empatía y es admirable su determinación, valentía y actitud positiva –y sobre todo la parte que les toca a sus padres– para enfrentar la dura realidad y plantarle lucha a tantas situaciones límite. Y el lazo energizante que anudó con su mamá, su papá y su hermana.

No tiene complejos para mostrar las distintas cicatrices que dejaron huella en su cuerpo tras tantas operaciones. Porque no sólo de beba, y en dos ocasiones complicadas, pasó por quirófanos. Sus problemas con el esófago y los pulmones volvieron a golpearla fuerte a los 8 años, y en la adolescencia una escoliosis hizo que su espalda también pasase por el bisturí.

Respirar en un escenario acondicionado

Al entrar al teatro –Sala de Máquinas, en la zona de Tribunales–, la escenografía llama la atención. Uno de los extremos es una mesa larga, con elementos a tono con lo que vendrá: termómetros y oxímetros de dedo, que los espectadores pueden utilizar para tomarse la temperatura y para medir los niveles de oxígeno en la sangre, y jarras con té de orégano y eucalipto (ideal para reducir la tos y los virus de las vías respiratorias), que los espectadores podrán servirse en tazas y beber.

Desparramados sobre esa mesa extensión del escenario que recorre durante la obra, también hay fotos de Pilar Ruiz cuando era una beba simpática y sonriente y una especie de programa impreso que en vez de resumen y staff contiene en su texto un glosario que detalla enfermedades, medicamentos y antídotos no farmacéuticos, como creer, bailar o sanar.

Té de órgano y eucalipto, tacitas, termómetros, oxímetros y fotos, como parte de la escenografía, para interactuar con el público.

Al fondo de ese escenario en forma de T, Pilar Ruiz suelta su monólogo, hace un enérgico baile quitándose el rodete y lanzando frenéticas estocadas con su larga cabellera, reflejando su vitalidad y sacudiendo recuerdos de sus patologías, sus recorridos por hospitales y hasta un caso de mala praxis que pudo ser fatal de no haber aflorado la insistencia de sus padres y la intervención de un médico, el doctor Grossman, para evitarlo.

Pilar Ruiz respira y responde

La actriz, directora escénica, dramaturga y docente graduada de Profesora de Artes especializada en Teatro, y sobre todo una auténtica guerrera de la vida, escribió y dirigió obras como Aire de montaña, Bailan las almas en llantas, Suvay y De los héroes que no aterrizan en las islas de los cuentos –recopilados en el libro Poética Resilencia–, Descansa y En el fondo, y actuó en La soledad de la casa de Anna, En un instante, Jamón del Diablo, Gabinete BA, Amores de Acabamiento y Silencios.

Pilar, ¿cómo te decidiste a contar tu historia en una obra de teatro? 

Hacía mucho que quería contar esta historia, pero por diferentes motivos fui priorizando otras cosas. La pude hacer cuando reuní al equipo creativo, y gracias a ellos empecé a armar esta obra de teatro. 

¿Cuándo fue el estreno y cómo siguieron? 

Estrenamos en marzo de este año en Fundación Cazadores, hicimos cuatro funciones ahí, y después nos fuimos de gira a Barcelona, primero, y a El Calafate, después. Y desde abril, con gira en el medio, estamos acá en Sala de Máquinas.

En la obra resaltas el apoyo y la lucha tenaz de tus padres. Sin entrar en detalles, ¿qué podés decir de esa batalla titánica que encararon tu mamá y tu papá?

Ellos son protagonistas conmigo en la obra, en realidad creo que son más protagonistas ellos que yo. En aquellos momentos fue todo durísimo para ellos. Ahora, ver la obra les hace bien, es como un regalo.

¿Qué valor tienen los escritos, fotos y anotaciones que guardaron tus padres para recordar tus primeros meses en medio de médicos, terapias intensivas y hospitales?

Hice un completo trabajo de archivo, buscando la agenda que escribió mi mamá con todos los detalles, fotos, papeles, etcétera, de aquella época. Fue empezar a abrir los placares y los cajones y encontrar material. 

Respirar gracias a un doctor

También destacás mucho al doctor Grossman, fundamental para cuidar tu salud y hasta salvarte la vida.

Sí, fue fundamental. Tanto mi familia como yo seguimos teniendo una muy buena relación con él. Vino a ver la obra, y se conmovió un montón. Para él fue importante que yo la haga. 

Pilar Ruiz, delante de la pantalla que proyecta fotos del doctor Grossman, su salvador, con quien ella y su familia tejieron una gran relación a nivel humano.

¿Por qué elegiste estudiar teatro cuando tenías 12 años?

No me acuerdo muy bien, sí sé que había pasado por varios deportes y me di cuenta de que eso no era lo mío. Ahí arranqué, fui a mi primera clase de teatro en el Taller del Ángel de Patricia Palmer y nunca más dejé. Me di cuenta de que eso era lo que me gustaba. Después seguí en la UNA, Universidad Nacional de las Artes.

Mencionás en la obra la muy buena atención que te brindaron en el Hospital Garrahan. Un sitio que en estas últimas semanas, por un motivo lamentable, está en boca de todos. ¿Qué opinás?

Sí, sí, porque está queriendo ser desfinanciado por el gobierno actual. El Garrahan cumple un papel fundamental en nuestra sociedad, atiende a niños y niñas de todo el país de manera gratuita y pública. Por lo cual es fundamental que se siga financiando y que los médicos y médicas y residentes cobren sueldos dignos para seguir haciendo el trabajo excelente y de calidad que hacen en tan importante momento.

Pilar Ruiz respondiendo a la entrevista de El Café Diario®, tras una función de Respirar en Sala de Máquinas.

El espectador no puede, o no debería, salir indiferente de la sala. ¿Qué notás en ellos o que te comentan?

Por lo general salen conmovidos, pero agradecidos. Agradecen el material, dicen que les da vitalidad, que es una obra que habla de la pulsión de vida, del amor, del amor familiar también, del cuidado médico. Salen con esas miradas y agradecen.

Es una historia impactante y cruda, pero a la vez es esperanzadora, ¿no? 

Totalmente. Es esperanzadora porque estoy acá, ja, ja. Ésa es la buena noticia.

Pilar Ruiz y otra vez la pantalla de fondo: aquí reproduce las anotaciones en una agenda de su madre, con todos los detalles de uno de sus tantos complicados pasos por un hospital.

Respirar. Bitácora escénica en un acto

Sala de Máquinas

Lavalle 1145, CABA

Sábado 27/9, 20.30 horas.
Sábados 4, 11 y 18/10, 21 horas.

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