«Pollerudos anónimos», ponerse falda es cosa de hombres
Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)
La propuesta, insólita y disparatada, de Pollerudos anónimos es reírse de una situación que suele plantearse en las reuniones entre grupos de amigos. Nunca falta el hombre que es sindicado, con motivos reales o exagerados, de estar dominado por su novia, de tener su libertad recortada, en definitiva de ser un… pollerudo.
En esta divertida comedia teatral, Ramón, un enigmático gurú iluminado y ex pollerudo, interpretado por Facundo Zelada, predica la independencia masculina y además de sus consejos y recomendaciones verbales les impone a los hombres que asisten a su terapia que usen polleras como parte del tratamiento.
Utilizar esa prenda femenina es aceptado por Rubén. Jorge Loyola -desarrollando una actuación deslumbrante asumiendo una lograda transformación- y Fabián, Carlos Vieytes. Eso sí: todos usando la clásica prenda femenina.

Una pareja muy particular
La terapia transita un cauce relativamente normal, hasta que se incorpora otro aspirante a cortar el asfixiante asedio de su futura esposa. Eduardo, Marcelo Ergas, tiene una pareja intensa y controladora, Carina, Yésica Chiozza.
A tal punto que la muchacha invade la intimidad de la terapia con sus reiterados llamados al celular de su novio y hasta interrumpe las sesiones con su presencia física.
En Pollerudos anónimos, con libro y dirección de Nacho Iribarne, abundan los enredos, diálogos afilados, situaciones absurdas y confesiones que generan risas, mientras surgen vínculos afectivos, dilemas existenciales y perjuicios sociales. Y la libertad de optar por ser uno mismo, incluso si implica vestir faldas.

Un maestro espiritual con pollera
Facundo Zelada, quien actuó en el musical Regreso a la tierra de Oz, es el encargado de la terapia que busca cortar con la exagerada dependencia y sometimiento masculino y entre sus excentricidades apuesta al uso de faldas. Finalizada una de las reuniones fue entrevistado por El Café Diario®.
¿Cómo fue preparar tu personaje, ese gurú tan peculiar?
Fue muy divertido, también muy interesante. Me basé mucho en personajes de pastores. Y apunté a divertirme, que creo que esa es como la base. También buscar un poco de mi persona, la ansiedad y un montón de cosas.
¿Conseguís divertirte en el escenario?
Sí, porque la obra es muy divertida y tiene mucha energía. Entonces, te lo permite. Cuando me llegó el texto, estaba muy contento y sabía que se trataba de un desafío muy grande, porque es un personaje muy histriónico- Pero estaba muy contento y ansioso por eso y por encarar el desafío.

Por momentos, parecías un pastor brasileño, al estilo de los que aparecen por TV a la madrugada. ¿Miralos fue también parte de tu preparación?
Sí, sí, hay como una cosita ahí. Siempre buscando otras cosas parecidas, digamos, a lo que conocemos de otros lugares.
¿Te pasó que algún espectador te haya admitido que se sintió identificado?
Las repercusiones en estas primeras funciones, igual que los comentarios, fueron muy buenas. Sí, hubo gente que se sentía reconocida en algunas cositas. Y también en esto de la locura, que les da mucha risa la locura de mi personaje, Ramón.
¿Te basaste en algún caso cercano de un pollerudo, amigo, pariente o conocido?
Mirá, por ejemplo, en mi familia puede ser. Tengo un hermano, que siempre la jodemos diciéndole que es un pollerudo. Entonces hay como ciertos guiños a este caso en mi familia. Pero no conozco casos tan extremos; aunque sí busqué, me interioricé un montón, vi videos y demás como para poder encarar lo más real posible.
¿Saldrías a la calle en pollera?
Sí, sí, sí. Sin ningún problema, no tendría ningún problema en hacerlo.
Pollerudos anónimos
Av. Corrientes 1764, CABA
Sábados, 19.45
Entradas en la sala o por Plateanet




Publicar comentario