«Literal» pone en evidencia los prejuicios
Por Luján Gassmann (lujan.gassman@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
Literal es una película filmada íntegramente en la selva misionera, en cuyas calles y montes se revelan las historias de cada uno de sus protagonistas.
Ese marco les permite utilizar el color para subrayar ciertos momentos de su personaje central, ya que en su mayoría el film se narra en blanco y negro. Por eso, esta herramienta, así como los planos fijos, adentran al espectador en su mente.
Esta película es un viaje a la mente de un adolescente, que más allá de sus capacidades diferentes, logra tener una vida normal.
En su recorrido se retoma un drama familiar que explora los contextos sociales, culturales y las formas de vida que influyen en sus personajes, en especial a los jóvenes, quienes deben lidiar con las reglas de los adultos para sobrevivir.

Manuel, el protagonista de Literal
Su protagonista es Manuel, un joven de 17 años, que vive con su padre, Ricardo, en el coto de caza de la familia. Manu es un chico especial y tiene una conexión muy particular con el monte. Esto lo vuelve el mejor cazador de la región, pero él ya no quiere matar más, se frustra y su padre no lo entiende.
Un día mientras manipula una escopeta se dispara accidentalmente el arma, la bala pasa a milímetros de su mejor amiga y ahí toman conciencia de que casi causa su muerte.
Después de este episodio crece la sospecha de que su padre es un asesino y estos sucesos lo instan a huir del coto para liberarse. Pronto sabrá que su certera puntería es lo único que puede evitar que maten a Ricardo, pero también puede ser la herramienta para abrir su propio camino.
Decisiones éticas y estéticas
Este largo llega a los cines el 2 de mayo y para conocer más sobre la película, El Café Diario entrevistó a su director Alberto Masliah.
¿Cómo fue el casting y la selección de los personajes?
Fueron varios días, hicimos los primeros castings para seleccionar a los protagonistas en Buenos Aires, ahí salieron Francisco Bereny y Pablo Ragoni. Luego los otros los hicimos en Esperanza y la mayoría de los personajes salieron de ahí, de Posadas y otras ciudades misioneras.
¿Por qué usaron los recursos del blanco y negro, así como el plano fijo?
La ausencia de color siempre fue una idea en el proyecto, el rector de la idea estética era representar como se imagina el mundo un chico especial como Manu. Y el plano fijo tiene que ver con la literalidad, cierto entendimiento que le da menos fluidez, pero una apertura mental más amplia.
¿Estaba desde el guion o surgió posteriormente?
En el rodaje decidimos no filmar en blanco y negro, porque no sabíamos finalmente que planos iban a tener color y qué no. Una vez que fue hecho el montaje fue más fácil, el resultado fue una decisión de postproducción.
Se aborda la discapacidad, pero con sutileza, ¿cómo fue el trabajo del personaje de Manuel?
Fue mucho trabajo de ensayo, casi de teatro, encontrar un modo de caminar, de mirar y relacionarse con los demás, inclusive una forma de hablar. Llevó mucho tiempo de trabajo acá y en Misiones. Finalmente, el personaje cobró organicidad cuando empezó a vincularse con el padre, como opuesto.
Hay otros dos temas que pueden generar controversia, como la caza y la muerte. ¿Qué expectativa tienen con el público?
En general, queremos que lo pasen bien y recomienden la película. Si bien buscamos provocar, la caza no es el tema preponderante, pero sí la paradoja del cazador cazado y el tema central que es la relación con el padre. La expectativa mayor es que hoy el cine es una trinchera, estamos luchando por sobrevivir ante un ataque brutal que se está dando desde el gobierno nacional, con el objetivo de acabar con la posibilidad de opinar sobre ciertas cuestiones que parece que molestan. Tienen que entender que no es tan fácil vencernos.
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