De viaje por Latinoamérica vendiendo artesanías
Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
Viajar por el mundo es un placer y una fuente de conocimiento y ensanchamiento mental y espiritual que cada vez suma mayor cantidad de adeptos. Son muchas las variantes para quienes preparan el pasaporte, arman su valija o bolso y salen a recorrer mundo. En el último tiempo, entre los jóvenes argentinos está ganando lugar asumir el viaje como una aventura, sin necesidad de una billetera cargada de dólares o una tarjeta de crédito con fuerte respaldo.
Es el caso de Nahuel, Nawi, (29 años) y Camila, Cami, (26), una decida pareja de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, que lleva nueve meses andando por las rutas sud y centroamericanas y disfrutando de experiencias fantásticas. El Café Diario® los cruzó en Tamarindo, una bella ciudad de Costa Rica que se transformó de una comunidad dedicada a la pesca a un importante centro turístico, apoyado en la belleza de sus playas y su entorno natural.
«Empezamos nuestro viaje en Jujuy, ahí estuvimos tres semanitas y después seguimos por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y ahora Costa Rica. Para sustentar nuestro viaje hicimos de todo: vendimos artesanías, vendimos comida, trabajamos en la calle, un poco de todo», cuenta Camila.

Historia de dos trotamundos
Nahuel detalla las actividades que realizaron para seguir sosteniéndose mientras viajaban: «Trabajamos en un albergue de perritos en Perú, donde había 81 perros, también estuvimos voluntariando en hostels en Bolivia y en Perú. En Colombia empezamos a vender comida y a vender pulseritas. Nos reinventamos todo el tiempo. Hay que adaptarse un poco a lo que nos pide el lugar. Ahora estamos en Costa Rica vendiendo pulseritas y collares en la playa, como hicimos también en Panamá».
Al partir de Argentina ninguno de los dos podía considerarse un artesano. Explican que «estando en Colombia, en el municipio de Jardín, conocimos a unos chicos argentinos y ellos nos enseñaron a hacer las pulseras. Nos enseñaron, aprendimos y nos lanzamos a hacerlas y a vender».

Logística y planificación del viaje
La idea y la logística de este viaje no nació de un día para el otro. Relata Camila que «en 2021 empezamos a planificarlo, a ahorrar un poco de plata para no estar tan a la deriva en el viaje y demás. Empezamos hace tres años sacando presupuestos, hablándoles a los hospedajes de Bolivia, de Perú, de toda Latinoamérica, para saber más o menos cuánto costaba la estadía –por si no conseguíamos voluntariados– y pensando en trabajar para poder pagarlo y tener así siempre un ahorrito de emergencia para poder volver a nuestro país».
«Igual el plan no se dio exacto como lo planeamos, porque pensábamos volver a casa el año pasado en diciembre. Pero el viaje se alargó. La idea original era estar en diciembre en México, y hoy todavía estamos en Costa Rica. Hubo países que pensábamos que ni siquiera íbamos a pasar. Es el caso de Panamá, íbamos a seguir de largo porque todo el mundo nos decía que era caro y que no había nada para hacer. Pero todos los lugares tienen algo hermoso», amplia Nahuel.
Ratifica Camila: «En todos los países nos quedamos más tiempo de lo planeado, durante el viaje van cambiando los planes todo el tiempo. No se puede planificar nada. La idea principal era cuatro o cinco meses y no trabajar, pero las ganas de seguir viajando nos hicieron intentar encontrar algo para seguir sustentando el viaje y continuar viajando«.

De aquí para allá
¿Qué medios de transporte utilizan para los traslados? Responde Camila: «Vamos rotando: hicimos casi todo en micro, pero también combi, colectivo, y en Panamá nos tuvimos que tomar un avión para atravesar el Tapón de Darién, que no tiene camino en ruta. Acá, en Costa Rica, también hacemos mucho ride, como le dicen a hacer dedo, para distancias cortas, de un pueblito a otro. Generalmente preferimos micro, porque tenemos mucho equipaje, llevamos carpa, ollas, bolsa de dormir, porque si un día hay que armar el campamento en medio de la nada, lo hacemos. Traemos hasta una garrafita para hacer comida. Así que siempre estamos preparados para lo que surja».

Recuerdos imborrables del viaje
No dudan a la hora de elegir uno de los sitios de este viaje que más los impactó. «Estuvimos haciendo un voluntariado en medio de la selva en Ecuador, en la Amazonia. Conocimos comunidades originarias, estuvo muy lindo. Nos hicimos amigos de un chamán, de la comunidad kichwa, que nos limpiaba las energías».
La integrante femenina de la aventurera pareja viajera contó, riendo, que «una vez, el chamán me dijo que yo me iba a casar, hizo como una predicción el año pasado. Pero terminó el año y no me casé. Aunque estamos juntos desde hace nueve años, no nos casamos, así que ahí el chamán la pifió. Pero todo lo demás que dice y hace nos resultó muy interesante».
Compartiendo esa valiosa experiencia con la comunidad originaria, sumaron aprendizajes. «Ellos hablan quichua, que es distinto al quechua. Es su primer idioma, por encima del español. Entonces como todos hablaban en quichua menos vos, incorporamos varias palabras. También aprendimos a hacer chocolate desde cero, agarramos cacao de un árbol, lo secamos, lo molemos, lo cocinamos, todo el proceso. Comimos hormigas, hormigas culonas, que es gigante, la cocinan y tiene gusto como a maní. Nawi se animó hasta a comer gusanos», señala Camila.
Ambos coinciden en que «todos los lugares tienen algo especial. Uno a veces va con pocas expectativas y hay que dejarse sorprender. Nos dijeron que Tamarindo, esta playa de Costa Rica, era carísimo y teníamos miedo, pero bueno… vendemos artesanías, nos sustentamos, conocemos la playa».
Destacan la gentileza con que son recibidos en su trayecto. «En todo el camino nos cruzamos con gente con muy buena onda. Te llevan a conocer lugares, te invitan a la casa, te quieren llevar a pasear. Es parte de la magia que se encuentra en el viaje» dice Nahuel.

Argentinos encuentran más argentinos
Entre las personas que se cruzan en su recorrido, revela Cami que «encontramos muchísimos argentinos, en todos lados. Por ejemplo, en Panamá, en la Isla Colón, en el archipiélago Bocas del Toro, en medio de la nada y con pocos kilómetros, hay dos restaurantes argentinos, un hostel manejado por argentinos… Ahí comimos medialunas con dulce de leche, algo que extrañábamos. Ahí, entre compatriotas pasamos Navidad, Año Nuevo y mi cumpleaños. En todo Centroamérica vemos chicos y chicas argentinos, muchos vendiendo artesanías, como nosotros, o comidas en la playa».
Mirando hacia el futuro, la pareja manifiesta que «la idea es conocer toda la parte de tierra firme de Centroamérica y, quizás, algunas islas. Seguiremos, sí o sí, hasta México. Después veremos si volvemos a Argentina, para ver a nuestras familias que las queremos y extrañamos, o seguir viajando. Por ahí, conocer Brasil»
En su cuenta de Instagram, La Datita Viajera, Nahuel y Camila van subiendo videos donde muestran sitios, vivencias y curiosidades de su atrapante viaje y brindan consejos, recomendaciones y tips para otros audaces que se lancen a recorrer kilómetros en libertad.
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