Cine: «Camina o muere», tensión y lucha por sobrevivir

Cine: «Camina o muere», tensión y lucha por sobrevivir

Por Gabi Composto (gabi.composto@elcafediariook.com)

Edición de Florencia Romeo (Florencia.romeo@elcafediariook.com)

Cuando Stephen King escribió La larga marcha, todavía era estudiante universitario. Estamos hablando de los años ’60. Sin embargo no fue su primera novela publicada –que fue Carrie en 1974– sino que vio la luz recién en 1979 y con otra firma, la de Richard Bachman.

La larga marcha entre King y Bachman

Se dice que en los años ’70 las editoriales manejaban una regla, que aunque no estaba escrita la hacían valer: los autores sólo debían publicar un libro al año. Una de las razones era no saturar el mercado.

Si tenían razón no lo sabemos, pero King, un autor prolífico como pocos, no podía simplemente detener su inspiración, y para saltearse esa regla sacó varios libros con el seudónimo de Richard Bachman.

Camina o muere, adaptación del libro La larga marcha de Stephen King (foto gentileza @bfargentina). 

Otra de las cosas que lo llevó a eso era más personal: quería saber si sus historias eran buenas o simplemente compraban sus libros por ser Stephen King, que ya era llamado El maestro del terror.

Algunos de los libros que King escribió –con un tono más oscuro– utilizando su seudónimo son: Rabia (1977), La larga marcha (1979), Ojos de fuego (1984) y El fugitivo (1982).

Una marcha sin límite

Francis Lawrence tiene mucha experiencia con repartos juveniles. De hecho, es el director de cuatro de las entregas de la saga de Los juegos del hambre y acá vuelve al universo distópico que tan bien sabe retratar, pero dejando de lado las grandes superproducciones, con la dificultad de hacer toda una película en continuo movimiento y con muchos personajes en el mismo plano casi todo el tiempo.

En Camina o muere brilla el reparto juvenil, la mayoría con larga trayectoria (foto gentileza @bfargentina).

Con una mirada minimalista, retrata habitantes aletargados y paisajes desolados de una Norteamérica profunda. Logra transmitir el terror de seguir avanzando aun sabiendo que la muerte es casi inevitable. La fragilidad humana y el horror se acumulan con cada kilómetro recorrido, cuando el cansancio domina y el abandono –de cualquier forma– se impone como única salida, sellada por el disparo final.

Reglas simples y tensión insoportable en Camina o muere

En Camina o muere todo sucede en un futuro regido por el autoritarismo, donde año tras año los jóvenes se anotan en una caminata mortal. La tentación por obtener el premio los lleva a participar sin medir que habrá un solo ganador. Y eso es lo que aparentemente ninguno racionaliza hasta que está ahí a paso firme. Es que ganar es sinónimo de vivir. Y la realidad los va a chocar de frente.

¿El premio? Cualquier cosa que se desee.

Marchar como sea o morir en el intento

Todos tienen unos relojes con los que van vigilando el ritmo mínimo que tienen que mantener, no pueden bajar esa marcha constante porque están rodeados de vigilancia armada (a pie y en tanques), y si lo hacen reciben una advertencia… dos… y ruegan que no llegue la tercera, que es la ejecución inmediata. Chau chau, adiós.

Horas que se convierten en días. Sin dormir, comiendo mientras se camina, haciendo sus necesidades mientras se camina –rápido, delante de todos– y seguro recibiendo una advertencia o dos por detenerse. El deterioro progresivo hace su entrada, la fatiga tanto física como mental los disocia de la realidad pero se aferran a esas breves e intensas relaciones humanas que acaban de nacer: lo único que los salva, dentro de ese horror que ninguno dimensionaba en la línea de largada. El título es claro: camina o muere.

Stephen King siempre se destacó por su retrato de las amistades como en Cuenta conmigoIT y ahora en Camina o muere (foto gentileza @bfargentina).

¿La vemos si leímos el libro?

Sí, siempre sí. Está muy bien adaptada y por supuesto que hay algunas diferencias con el texto, y si bien el espíritu es el mismo, te vas a encontrar con algunas situaciones bastante diferentes a lo que leíste, pero que son necesarias para la cinematografía. Acá hay un villano y adolescentes que se entregan a su juego, cada uno por su propia historia y necesidades que vas a ir descubriendo, pero nada del Stephen King paranormal. El crítico especializado Clint Worthington decía algo así como que en esta película «el terror no es un monstruo: está en el agotamiento, en el minuto en que tropezás y ya no podés levantarte».

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