«El avaro», de Molière, un clásico que no pasa de moda
Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
El actor y autor cómico francés Molière, seudónimo de Jean Baptiste Poquelin, nacido en 1622 y fallecido en 1673, supo retratar los vicios y costumbres humanos dotándolos de humor, sarcasmo e ironía. Sus clásicos no sólo fueron un éxito en su país, sino que también fueron traducidos y recorrieron el mundo. Pasaron los siglos, cambiaron las modas y las costumbres, pero sus comedias, y los defectos de la humanidad, no variaron.
Un claro ejemplo es El avaro, comedia estrenada en 1668 y que se replicó en una gran cantidad de lenguas y en escenarios de todo el planeta. Una versión adaptada y dirigida por Alberto Madín, acaba de acaba de iniciar su segunda temporada en Muy Teatro, en el porteño barrio de Almagro, donde se presenta los domingos a las 18 horas, ratificando su vigencia.

El avaro, tacaño en extremo
Harpagon, interpretado por Daniel Di Rubba, cuida su dinero con excesivo esmero. Para él, es lo más importante. A pesar de poder darse una existencia holgada, este hombre mayor, viudo, vive casi en la miseria para no gastar. Ni siquiera la felicidad de sus hijos, Cleonte (Rubén Noceda) y Elise (Mica Ventoso), lo conmueve y lo hace dejar de lado su búsqueda de beneficio propio sin considerar a los demás.
Esa ambición y avidez desmedida lo conduce a la soledad. Por su codicia no se permite disfrutar, compartir o reír. Llega a tal extremo su mezquindad que despierta el grotesco y provoca el rechazo de quienes lo rodean.
Todos los pintorescos personajes de la inmortal obra de Molière acompañan, con dotes actorales y el vestuario adecuado, al tacaño padre y a sus enamoradizos hijos. En escena, con ritmo ágil y dinámico y cargas de ironía y humor, están Anselme (Ariel Arroyo), Frosine (Alejandra Figueras), Valere (Ernesto Ocampo), Maestro Jacques (Rubén Otero), Lafleche (Alberto Alburquerque), Marianne (Rocío Estévez-Lorena Navaridas), Simon, Merluche y Comisario (Leandro Caccia, en los tres papeles).
Al final, mientras Harpagon continúa obsesionado con su dinero, atesorándolo y ni pensando en gastarlo, una insólita situación familiar le brinda felicidad a todos los personajes. A todos menos a uno, que sólo piensa en su dinero escondido.
El responsable de esta versión de El avaro
La dirección general, adaptación, vestuario y ambientación de El avaro corresponden a Alberto Madín, quien respondió a la entrevista de El Café Diario® tras la función de reestreno. Actor, director y docente teatral con una trayectoria de más de treinta años en el escenario y en la formación actoral, ya ha dirigido otras obras de Molière, como El médico a palos, El enfermo imaginario (donde también actuó) y El burgués gentilhombre.

¿Qué te hizo elegir esta obra de Molière?
El avaro para mi es una de las piezas icónicas de Molière. Tiene todos los condimentos de su obra, porque habla de la naturaleza humana, de las cosas que hacemos los humanos, de los errores que cometemos, que ha pasado el tiempo y estamos cada vez peor a nivel humano. Molière marca todo eso. Tiene momentos de diversión y de goce, acá el único que sufre, en realidad, es el avaro, porque el resto de los personajes hace su historia.
En una parte de la obra, uno de los intérpretes lo define como «el ser humano menos humano». ¿Es la mejor clasificación?
Sí, lo pinta de cuerpo entero. Él no da, él presta. Es terrible. La gente se ríe, le llega como una forma de humor, pero cuando llega a pensar un poquito se da cuenta y reflexiona.
Pasaron más de tres siglos y medio y el tema se mantiene vigente, ¿no?
Ha pasado el tiempo y la pieza sigue recontra vigente, por eso es un clásico. Decidimos recrearla en la época para que la gente lo disfrute, si lo trajésemos a la época de hoy no sé si la gente lo disfrutaría tanto. Hemos trabajado mucho para recrear la época, con buenos vestuarios, linda música y excelentes actuaciones, por los menos desde mi punto de vista.
Cambiaron las modas, el vestuario, las costumbres y la tecnología, pero el pensamiento y actuar de personas que solamente piensen en el dinero no varió para nada…
Exacto. La cuestión de fondo es igual, no se ha modificado, y lamentablemente no hemos avanzado. De eso habla Molière, porque era un gran humanista, siempre marcaba el tema de las clases sociales que, lamentablemente, no se han modificado y de las relaciones humanas. No era un Shakespeare, también un clásico pero que planteaba otras cuestiones, como las pasiones y esa locura del poder desenfrenado.
Esta obra, al comienzo y en boca de unos de los actores, hace una breve reseña de la vida y trayectoria de Molière. ¿Es una especie de reconocimiento al autor francés?
Sí, claro. Porque Molière es nuestra historia, no podemos olvidarlo. No digamos de la Argentina, sino que es historia a nivel mundial. Tenemos que recapacitar sobre eso. Esta obra lo permite y creo que es de las más icónicas. Molière tenía mucho humor, a pesar de que tuvo muchos problemas siempre siguió hacía adelante. Cuando estrenó El avaro hacía seis años que estaba enfermo y sólo salía para llegar a la función. Murió tuberculoso, muy mal de los pulmones.
En algunas de sus obras, Molière también se refiere al tema de la salud.
En El enfermo imaginario, una de sus obras que también hice y estoy pensando en recrearla, habla de la medicina. Y si evaluamos lo que está pasando con la medicina, tiene una actualidad terrible. Otra muestra de que las sociedades no evolucionan, sino que involucionan, lamentablemente, en esta sociedad capitalista.
La niñez y la juventud
El avaro es para todas las edades, pero la gran mayoría, por no decir casi todo, el público son personas mayores. ¿Cómo se hace para acercar a chicos o jóvenes?
El avaro es una obra que se puede disfrutar en familia, que hoy en día es muy importante para acercar a los chicos al teatro y sobre todo al teatro clásico. Primero tenemos que empezar con que la gente que tenga chicos los traigan; no se van a arrepentir, ellos son nuestro futuro. Con los adolescentes es más difícil si no están acostumbrados a ir al teatro.
¿No hay lugar para este tipo de teatro?
Se hace poco teatro clásico, solamente en el San Martín y creo que en ningún otro lado. Lo nuestro, como digo yo, es como si fuera el San Martín, pero en pequeño y disfrutamos mucho haciéndolo. He hecho muchas obras de Molière y en algún momento los chicos jóvenes se prenden, se enganchan y se divierten mucho. Ojalá que se repita con El avaro.
EL AVARO
Humahuaca 4310, CABA.
Domingos, 18 horas
Entradas en la sala o por Alternativa Teatral




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